Este mes de agosto se ha dado inicio a la campaña para los partidos políticos que competirán por el poder, es decir, para hacerse del poder ejecutivo y legislativo, es decir, del control del Estado. Se han registrado 43 partidos políticos que deben sobrepasar el límite del 5% de los electores, que corresponde a 27 millones. Esto equivale a 1 millón 300 mil votantes por partido, lo cual es necesario para mantener su inscripción y seguir compitiendo por el poder. Para lograrlo, todos estos partidos políticos deben agruparse formando alianzas. Al cierre del plazo, solo se han presentado cinco alianzas. Todos ellos, 10 partidos de 43, son partidos pequeños. Los tradicionales de derecha e izquierda no lo han hecho.
Derecha e "izquierda" se alistan para insultar y despotricar uno del otro. No pueden hacer otra cosa que airear sus mezquindades, sus cochinadas, que lo único que hacen es sumergir, más y más, al Perú hacia el abismo de la oscuridad y a todos ellos arrastrados por las cloacas hacia la inmundicia. Donde no habrá cabida para argumentos ideológicos, políticos ni programáticos; solo y únicamente habrá cabida para acordar intereses en favor de los grupos de poder, como siempre ha sido desde hace dos siglos.
La izquierda y la derecha van a por el poder del Estado, un Estado promiscuo que surgió en la segunda sociedad, la sociedad esclavista, tras la barbarie de la primera sociedad primitiva donde no existía el Estado, pero que se organizaba por gens, la que fue liquidada cuando se entró a la civilización. Las condiciones para el surgimiento de la sociedad esclavista fueron la aparición de la ganadería y la agricultura, cuya consecuencia fue la primera gran división del trabajo y con ello la división de la sociedad en dos clases: señores y esclavos, explotadores y explotados. Esa esclavitud al Perú llegó con los españoles en el siglo XVI (1501 a 1600) y fue utilizada en las plantaciones y haciendas costeras, hasta en las minas; así permaneció, hasta que el masón José de San Martín intentara abolirla dando marchas y contramarchas. Decía, el desgraciado, que abolir la esclavitud era “el más santo de todos los deberes”. Además, deja constancia en el decreto del 12 de agosto de 1821 de lo siguiente:
“Los hombres han comprado a los hombres, dice, y no se han avergonzado de degradar a la familia a la que pertenecen, vendiéndose unos a otros”.
Pero, al mismo tiempo, reconoce la crisis que se puede producir en la agricultura y “el interés de los propietarios”, por lo que, agrega:
“No se puede atacar de un golpe este antiguo abuso”, sino que hay que buscar una solución “conciliando por ahora el interés de los hacendados con el voto de la razón y la naturaleza”.
El masón dice: "Con la independencia, nadie nace esclavo". Para San Martín, lo que eran esclavos continuarán siéndolo, pero que los recién nacidos ya no. Así abrigaba la esperanza de que las nuevas generaciones no lo fueran, pero la presión de los propietarios pudo más que este pájaro libertador de pacotilla. Sus vacilaciones, marchas y contramarchas de sus legislaciones fueron despreciables. Ese mismo año da la libertad a los esclavos de los españoles que habían muerto, pero al mismo tiempo expide un decreto por el que los hijos de esclavos que habían nacido libres pasan a ser esclavos hasta que cumplan los 25 años.
Los propietarios de esclavos importantes e influyentes, propietarios de haciendas, hacen presión y así se legitima la esclavitud...
Así con esa falsa independencia*, San Martín deja un reglamento interno provisional redactado a manera de constitución en febrero de 1821; luego, en agosto, después de la proclama de la independencia, crea el Ejército del Perú**. Posteriormente, se crearía en 1823 la primera constitución del Perú y con ella vendrían todos los males de los peruanos hasta nuestros días.
Así, elecciones tras elecciones, los que han gobernado el Perú son los mismos de siempre, los grupos de poder, esa clase de la gran burguesía terrateniente y burocrática a la que San Martín liberó de los españoles, a esa clase maldita de criollos que aún al día de hoy mantiene su poder. Pero lo cierto es que no están dispuestos a perder el poder y utilizarán todos los recursos a su alcance para conservarlo; ya lo hemos vivido en las elecciones generales del 2021 con el golpe de Estado blando que le han dado al presidente Pedro Castillo Terrones, que para estas elecciones generales del 2026, con limitaciones, vuelve a participar, apoyando desde la cárcel al partido Juntos por el Perú del congresista Roberto Sánchez Palomino, inscrito legal y oficialmente y en el cual confluiría, no oficialmente, el partido de Pedro Castillo Terrones, Juntos por el Pueblo, al que a su vez se unirían formando una alianza no oficial con otros partidos o movimientos políticos, como APU, País Plurinacional, MUP, Rimac Llacta... Así Pedro Castillo Terrones hace un llamado a la unidad para este 17 de agosto a las 11 de la mañana en la plaza central de Huaycán. Así los electoreros entran a la contienda para tomar el poder. La pregunta es: si el partido de Pedro Castillo Terrones, Juntos por el Pueblo, o el que él designe, que se apoye, gana las elecciones, ¿quién garantiza que no le vayan a dar un golpe esta vez directamente por las FFAA, un golpe duro?
NT: 12 de agosto de 2025
* El estado peruano se originó con la proclamación de la independencia por José de San Martín el 28 de julio de 1821. Sin embargo, la organización formal del estado se consolidó con la instalación del Primer Congreso Constituyente en 1822 y la promulgación de la Constitución de 1823.
El proceso de formación del Estado peruano se puede resumir así:
1821: Proclamación de la Independencia:
José de San Martín declaró la independencia del Perú el 28 de julio en Lima, marcando el inicio de la vida republicana.
1822: Instalación del Primer Congreso Constituyente:
Este congreso, presidido por Javier de Luna Pizarro, tuvo como objetivo principal organizar el nuevo estado y redactar la primera constitución.
1823: Promulgación de la Constitución:
La Constitución Política del Perú de 1823 fue la primera carta magna del país y formalizó la estructura del estado peruano.
Importancia de la Constitución de 1823:
La Constitución de 1823, aunque luego suspendida, fue fundamental para el nacimiento del estado peruano, ya que:
Estableció la forma de gobierno republicana y representativa.
Definió los derechos y deberes de los ciudadanos.
Organizó los poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial).
Sentó las bases para la organización política y administrativa del país.
** El Ejército del Perú fue creado por el general José de San Martín el 18 de agosto de 1821, mediante el Decreto Protectoral N° 003, que estableció la Legión Peruana de la Guardia. Esta legión, compuesta por un batallón de infantería, dos escuadrones de caballería y una compañía de artillería, fue la base del ejército que protegería la independencia del Perú.
El contexto de la creación:
La creación del ejército se dio tras la proclamación de la independencia del Perú y la necesidad de defenderla de las fuerzas realistas que aún controlaban la sierra.
San Martín, como Protector del Perú, buscaba establecer una fuerza militar organizada y disciplinada que sirviera de modelo para las futuras unidades militares del país.
La Legión Peruana de la Guardia, además de su función militar, representaba un símbolo de peruanidad y fue protagonista en diversas campañas militares.
La estructura inicial del ejército:
El ejército inicial estaba conformado por la Legión Peruana de la Guardia, que incluía un batallón de infantería, dos escuadrones de caballería y una compañía de artillería.
La tropa era diversa, incluyendo patriotas, indígenas, mestizos y criollos, además de desertores del ejército realista.
El marqués de Torre Tagle fue nombrado comandante en jefe, con el coronel Guillermo Miller como jefe de batallón y el sargento mayor Eugenio Necochea a cargo de los Húsares.
El legado del ejército:
El ejército, a lo largo del siglo XIX, participó en numerosas campañas militares, desde la frontera norte hasta las fronteras con Bolivia y Chile.
Los legionarios sentaron las bases del soldado peruano moderno: valiente, resistente y capaz de superar difíciles condiciones geográficas.
El ejército también ha cumplido un rol importante en el desarrollo nacional, la gestión de riesgos y desastres, y la cooperación internacional para la paz.