El Perú es un narco Estado, y en un narco Estado ya no cabe una dictadura de ningún tipo. Lo que pretendía hacer el presidente Pedro Castillo Terrones, sin tener idea de lo que hacía al proclamar su discurso, era ordenar el país. Seguramente quería convocar una asamblea constituyente para elaborar una nueva carta magna para y encausar un gobierno que desde 2016 va a la deriva producto de la incorporación insidiosa del narcotráfico desde hace varias décadas y que ha llegado a su clímax con el efímero gobierno de Pedro Castillo primero y luego con el cogobierno entre el ejecutivo y legislativo actual en que de ha destapado lo que es realmente el Estado peruano, un NARCOESTADO. Y, como los poderes del estado han sido copados por la corrupción, por la mafia, va sin rumbo hacia su propia destrucción. El Perú, no tiene solución dentro de este sistema putrefacto.
Para nadie es un misterio que el gobierno del Estado peruano es más que todo un desgobierno. Que la que funge de presidente, la usurpadora, alias presidenta, es un títere que gobierna desgobernando en función de lo que se despacha o del congreso o del partido Fuerza Popular.
El congreso, más avocado en cumplir sus funciones que es legislar es desorganizar el caos para crear más caos como por ejemplo eliminar la
Junta Nacional de Justicia (JNJ) o someter al Sistema Electoral (ONPE, JNE, RENIE) , entre otras barbaridades. El que el congreso tome los poderes de Estado y lleve a cabo todas las barbaridades que está haciendo, todo esto, todo, es ya parte del poder del narcotráfico que desde el primer gobierno de Alan García ha ido minando las instituciones del Estado a través de una organización criminal oculta para legarla luego a su sucesor Alberto Fujimori y su yunta V. Montesinos que la organizó y la difundió, y que su hija, Keiko Sofía Fujimori, la hace evidente como un entramado criminal, una organización criminal que hasta hace poco operaba oculta en el Tribunal constitucional, Poder ejecutivo, Poder legislativo, Poder Judicial, Ministerio Público, etc,. etc.