EDITORIAL
Los criollos, como tal en el caso del Perú, de la época del virreinato, eran los hijos de españoles nacidos en tierra peruana. Representante de esta estirpe tenemos a José Baquíjano y Carrillo, a José de la Riva Agüero entre los más sobresalientes. Los acriollados, son los mestizos que aún no tienen consciencia de ello que se creen criollos, entre estos desarraigados tenemos al almirante de batea Jorge Montoya, Patricia Chirinos, Maricarmen Alva, entre otros. El acriollado es racista y xenófobo.
El virreinato del Perú, a partir del siglo XVII, era una sociedad mestiza de la cual actualmente no es consciente. Los criollos genuinos se fueron extinguiendo, la población aumentaba y los criollos se diluían. Dionisio Romero Seminario, por ejemplo, fue un mestizo, sus padres fueron peruanos; sus abuelos, él, español y ella, peruana. Fortunato Brescia Tassano, fue criollo, hijo de italianos.
Los criollos, los rechazados, los despreciados por la corona (eran un peligro). Por no ser españoles no eran de la confianza del monarca. Sí, esos criollos -los primeros-, que no se sentían pertenecer al virreinato del Perú, desarraigados por los ibéricos y por ellos mismos. No se sentían ni de aquí ni de allá, pero eran consientes de que su tierra no era España peninsular sino aquella donde habían nacido; aún así, esa dicotomía les perturbaba. El pensar que sus padres tenían raíces muy bien consolidada en España y que eran los conquistadores del nuevo mundo lo hacían sentirse orgullosos de esa lejana tierra y de sus descendientes y esto es lo que les daba -por ser los primeros criollos- no solo prestigio y comodidad, sino también posición económica y social. Pero la incertidumbre estaba allí y con el paso del tiempo les crearía conflictos no solo respecto a su condición económica y social sino también respecto a su identidad. El problema se presentó cuando la corona los excluyó de los puestos directivos, a partir de allí se fue deteriorando su posición económica social y fueron presa del resentimiento, más aún si eran testigos de como los españoles que venían a trabajar, en pocos años regresaban prósperos a la península. Teniendo conocimiento además que los criollos de la Habana y sobre todo México, los criollos eran tratados con mucha consideración. Sentían el despotismo de los españoles y poco a poco la animadversión se apoderó de ellos al ver que su posición social se resentía.
En Madrid, a José Baquíjano y Carrillo se le ofreció las audiencias de Barcelona y Valencia o en las de Charcas o Quito. Pero las rechazó. Él quería la audiencia de Lima, y aunque el gobierno español concedía a los criollos plazas togadas en las mismas provincias de que eran naturales, no lo hacía sin dificultad y repugnancia: se imaginaba que el hecho de ser compatriotas en las colonias los gobernantes y los gobernados, constituía un peligro para la dominación de la metrópoli. Por ello, Baquíjano tuvo que volver al Perú sin haber conseguido empleo alguno en propiedad.
Don Manuel Villalta, criollo, solicitó al gobierno español que se reconociera a Goyeneche por su colaboración con los realistas por apoyarlos contra el levantamiento de Tupac Amaru evitando que el cuzco cayera en mano de los rebeldes en 1780. Un año después, Villalta fue reconocido por su trabajo en la pacificación de las provincias sublevadas y el rey lo nombró coronel, iba también a ser nombrado gobernador del Callao, pero el ministro Gálvez lo impidió cuando supo que era criollo. Le dijo que no conseguiría en el Perú un empleo elevado porque no era conveniente dárselos a los americanos. No paraba de quejarse de las mezquinas recompensas recibidas. Goyeneche que también era criollo reclamaba para todos los americanos cargos honoríficos y de autoridad.
Los criollos, ¡criollos!, y los criollos realistas hay una diferencia consustancial entre ambos. El criollo defendía sus intereses durante el levantamiento indígena así como en la guerra por la independencia contra los realistas; el criollo realista defendía sus intereses y el de la corona durante el levantamiento indígena así como en la guerra por la independencia. En la revolución por la independencia los indígenas fueron incitados por los criollos que fueron los que tomaron la iniciativa. El discurso del Elogio al Virrey Jauregui anunciaba la independencia como que se dio en la primera década de 1800 con la independencia de Quito en 1809. Siguió La Paz y Chuquisaca, en 1810 y por todas las secciones de la América Española, con excepción del Bajo Perú. Por todas parte aparecieron juntas que asumieron el gobierno de los virreinatos y las capitanías. El Bajo Perú permaneció ajeno a las levantamientos de 1810 todo lo contrario fue el centro de resistencia de los realistas a diferencia del Alto Perú que conjuntamente con Quito fueron las regiones de donde partió el movimiento revolucionario.
Nueve meses después del levantamiento de Tupac Amaru (4/11/1780) y a tres de su asesinato (18/05/1781), en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el 27/08/1781, el criollo José Baquíjano y Carrillo, un liberal conservador, pronunció su discurso: Elogio al Virrey Jáuregui. Todavía estaba reciente el cruel asesinato de Tupac Amaru, su familia, y continuaba la sublevación. Baquíjano habló con audacia y franqueza sobre la tiranía y utilizó el elogio como una forma de protesta para expresar las quejas de los criollos contra el régimen colonial. Consecuencia de ello, la censura, la prohibición y requisa de todos los libros publicados no solo los del elogio al virrey sino todo libro que sirva a la insurrección, como los libros de Rousseau, Bayle, Quevedo, Voltaire, la Enciclopedia Ilustrada etc., que por ese entonces corrían de mano en mano.
Los criollos tuvieron que enfrentarse a esta realidad que bloqueaba sus ambiciones lo que hacia que se cuestionaran si eran de aquí o de allá, y esto tenía que ver con su identidad de la cual eran conscientes las primeras generaciones de criollos. En el arraigo territorial no había lugar a duda, su raíz estaba en suelo peruano. Todo lo que había hecho hasta ese momento lo había hecho en ese territorio donde había nacido. Pero no resultaba tan fácil ese arraigo -que debería serlo- porque uno no se puede arraigar al libre albedrío de una cuestión y no de otra cuando forman parte de lo mismo y vienen juntos unidos, como el diente a la mandíbula, en un solo paquete. El arraigo territorial era una parte resuelta, pero habían otros aspectos que están unidos a la tierra como las costumbres, la cultura, la sociedad, la religión el idioma... todo aquello que forma parte de esa identidad tan compleja y, que pareciera que fueran comunes a la España peninsular y al virreinato del Perú.
Lo más incomprensible es que después de tantos años, cuatro siglos si consideramos el virreinato como estrategia colonizadora por los españoles, es que aún existan peruanos desarraigados en el Perú como la usurpadora Dina que no sabe en que país vive, desconoce Puno como parte del Perú. Luego están los políticos limeños, sobre todo los congresistas como el almirante de batea Montoya, Maricarmen Alva, Patricia Chirinos que pareciera que no se sienten a gusto compartiendo curules con gente provenientes de provincias por el hecho de tener rasgos indígenas. Cuando Mariátegui dice, que "El criollo peruano no ha acabado aún de emanciparse espiritualmente de España" se esta refiriendo no solo a las primeras generaciones de criollos sino también a los mestizos acriollados.
Un número apreciable de acriollados, sobre todo los dedicados a la política, odian al indígena al que quieren culpar de sus desgracia como si el indígena fuese el causante. Para muestra un representante muy carismático, cínico y un etc., más de calificativos a los que ha hecho merito, el carnicero Alan García Pérez, este sinvergüenza que dicen que se ha suicidado es uno de esos acriollados, racista y xenófobo no voy a dedicar espacio ni tiempo en este canalla, el vídeo adjunto lo pinta tal cual es y algunos párrafos del diario es más que suficiente para describir a esta escoria peruana. Ver video (1). Así como este la Patricia Chirinos, la María Carmen Alva... y otro etc., de acriollados.
Han pasado más de cinco siglos en donde lo que se ha impuesto es el mestizaje; los consanguíneos puros, de la promiscuidad sexual, son de la era del paleolítico pero pareciera que estos quisieran repetir ese periodo. No se dan o no quieren darse cuenta que los blancos criollos, ya fueron. Rechazados por la corona no tuvieron más opción que echar raíces donde habían nacido, en la tierra que los vio nacer que es lo fundamental para trabajar, vivir y convivir con sus costumbre, cultura, e identidad y que el idioma impuesto lo mismo que la religión dos taras que no son indispensables en un mundo que tiene muchas opciones nadie se las cuestiona por ahora hasta que el pueblo tome el poder y decida, mayoritariamente. No obstante después de siglos surge una especie que aún reniega de su pasado. Nadie les impide hablar el español y aunque hipócritamente vayan a la iglesia cada domingo a limpiar su asquerosa consciencia, nadie se los prohíbe.
Simón Bolivar, que promulgaba la "guerra a muerte" contra los españoles decía en su Carta de Jamaica (1815):
"El destino de la América está fijado irrevocablemente; el lazo que la unía a España está cortado; la opinión era toda su fuerza; por ella se estrechaban mutuamente las partes de aquella inmensa monarquía… El hábito a la obediencia; un comercio de intereses, de luces, de religión; una recíproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos venía de España. De aquí nacía un principio de adhesión que parecía eterno, no obstante que la conducta de nuestros dominadores relajaba esta simpatía".
Qué quería decir el libertador: que el lazo umbilical que mantenía unida España con las Indias de América, era de una parte: la opinión, la voluntad, la esperanza de los criollos de sentirse parte de España y a la vez España tenía puesta todas las esperanzas, en los criollos.