Descomposición total y narco-dictadura criminal.
Jaime Antezana
10,Mayo, 2024
El país está en descomposición total de arriba a abajo. Nadie escapa al colapso necrótico. No hay ya una nación en construcción, ni Estado de derecho democrático. Todo se ha convertido o se está convirtiendo en pus hedionda.
El Perú del siglo XXI, entre problema y posibilidad como lo planteó Basadre, ha pasado de ser un problema a la calamidad, a la disgregación. El país se está deshaciendo.
¿Cómo llegó el Perú a esta situación similar a la posguerra con Chile? La responsabilidad, no la única, es de las élites políticas y económicas de la derecha dominante, que pasaron de lo ideológico a lo criminológico, en el lapso del 2011 al 2016. O, más concretamente, al crimen organizado.
Esa mutación, por otro lado, se engulló a los que se definian de izquierda en las provincias e, incluso, de la mano de Pedro Castillo a una parte del senderismo pos-terrorismo y post-Guzmán. Sin horizontes ideológicos ni utopías en que creer reprodujeron la corrupción y prebendismo inmemoriales.
Así, ante el fin de la izquierda que fue la segunda fuerza en los 80, se sumaron al proceso de descomposición acelerado, de manera orgánica, en el fujimorismo de la década de los 90 y, luego de quince años, reflotada por la mayoría absoluta del fujimorismo en el Congreso del período 2016-2021.
En esa cruzada de destrucción de la precaria democracia y del pais, convirtieron a los viejos partidos (Apra, Acción Popular, el PPC, etc.,) en sus aliados y, en todos esos casos, apendices de su proyecto autoritario y criminal. Partidos que en los 80, unos más que otros, se convirtieron a la corrupción y el crimen.
El Apra de Alan García fue, reestableciendo la verdad, el precursor de la mutación de lo ideológico a lo criminologico. El fujimorismo fue la forma más articulada y extrema de ese proceso infestando al país. Por esa razón, Garcia será recordado por las coimas del tren electrónico y Odebrecht.
Este - si cabe el término - proyecto a la descomposición y el colapso del Perú como totalidad, impulsado por el fujimorismo, sus satélites (Renovación Popular y Avanza País), aliados (APP, Podemos y Somos Perú) y conversos de centro e izquierda (Perú Libre), convirtió el golpe fallido (pero golpe de estado) de Pedro Castillo en la oportunidad para controlar el gobierno.
El ascenso de Dina Boluarte, negociado con antelación, instaló un gobierno a la medida de sus necesidades: que imponga orden a sangre y fuego y le dé el tiempo para el asalto de las instituciones que no pudieron controlar en el tramo 2016-2021. Boluarte y Alberto Otarola cumplieron a cabalidad su papel: asesinaron a cerca de 70 personas, de las cuales 49 fueron ejecuciones extrajudiciales en Ayacucho y Juliaca.
El aplastamiento de la insurgencia del sur andino, con el discurso del terruqueo elevado a política de estado, dejó a la calle libre y sin resistencia social. La ultraderecha conservadora y criminal tenía el camino libre para su plan de volver a un neofujimorismo parecido a los 90.
En ese empeño no les interesa la descomposición nacional o que el país se esté deshaciendo, pues ellos encarnan y representan el sincretismo de las múltiples modalidades del crimen organizado (narcotráfico, corrupción, minería ilegal, trata de personas, madera ilegal, tráfico ilícito de armas, extorsión, etc.).
Se trata de economías criminales que, por primera vez en nuestra historia, están en auge simultaneamente y completamente destrabado por la coalición narco-criminal, de la cual dimanan. Se calcula que estas economías del crimen organizado mueven alrededor de 21 mi millones de dólares.
Lo único que les interesa es re(instalar) una dictadura criminal con apariencia (obviamente, forzada) de democracia. En esa lógica, la ex fiscal de la nación, Patricia Benavides, era una pieza muy importante. No es suficiente la neutralización de la JNJ, objetivo logrado, sino que van por su desaparición.
Cabe recalcar que, entre 2016 y 2021 lograron controlar el Tribunal Constitucional y, en este periodo, la Defensoría del Pueblo. Instituciones que son mesas de parte del congreso bajo control de la narco-mafia. Ahora, si bien les falta recuperar el Ministerio Público y acabar con la JNJ, ya lograron casi controlar la ONPE e ir por el JNE y la Reniec. Al parecer lo lograrán sin mayores problemas.
Corolario, la descomposición y colapso del Perú va de la mano de la instalación de una - como no puede ser de otra manera - dictadura criminal.