LA POTA EN CRISIS: BARCOS CHINOS DEPREDAN MAR PERUANO
En las aguas del mar peruano, un drama se despliega con diversas ramificaciones y consecuencias que a continuación sintetizaremos. La pota, ese calamar gigante que es el segundo recurso más importante para el sector pesquero local, está en crisis [https://www.youtube.com/watch?v=tgbq9Ms8KJ8]. Mientras los precios se disparan y las comunidades pesqueras claman por ayuda, el gobierno, en un acto digno de un mago de la ilusión, asegura que la responsabilidad no es de los barcos chinos que pescan como si no hubiera un mañana. ¡Qué va! Según su versión, todo ocurre a causa del clima. ¡Claro! Porque el sol y la lluvia son conocidos por ser los verdaderos depredadores del océano.
Cabe señalar que este problema de la pesca ilegal de barcos chinos no es de ahora, sino de 20 años atrás, cuando nueve embarcaciones fueron capturadas en noviembre del 2004 y multadas con US$ 600 mil dólares. Es decir, todos los gobiernos, desde ese entonces, se hicieron de la vista gorda arrodillándose ante el capital imperialista chino, hasta el actual silencio cómplice de la cuestionada presidenta Dina Boluarte. “De 1.123 barcos chinos que, según la Global Fishing Watch, pescaron calamar en aguas internacionales en 2020, solo tres adquirieron e instalaron el Sisesat. Por lo tanto, solo esos podrían ingresar a aguas marinas peruanas” [https://ojo-publico.com/.../flota-china-las-presiones...]. Si el año pasado se estimaba la presencia de hasta 600 barcos chinos pescando ilegalmente, ahora ¿cuántos más serán?
LOS PESCADORES ARTESANALES DE PIURA, ESOS VALIENTES GUERREROS DEL MAR que luchan contra las olas y la burocracia, han señalado a las embarcaciones chinas como las responsables de esta historia. Con sus redes gigantes y su falta de consideración por las leyes peruanas, estos barcos han hecho del océano su buffet personal. Mientras tanto, los pescadores locales se ven obligados a hacer malabares para sobrevivir, cambiando su dieta en base a pota por una más austera y creativa: conchas marinas y lo que el mar les quiera ofrecer.
La situación ha llegado a tal punto que el precio del calamar ha aumentado como si estuviera en una montaña rusa. De 4 soles por kilo a 25 soles en un abrir y cerrar de ojos. ¿Y quién paga la diferencia? Exacto, el consumidor común y corriente que solo quiere disfrutar de un ceviche sin tener que hipotecar su casa: otra lección de historia durante el capitalismo. Obvio que, mientras el pueblo sufre, los funcionarios del gobierno parecen estar más ocupados en buscar excusas que soluciones. Al parecer, la pesca ilegal es solo un mito urbano, como los unicornios o los políticos honestos.
En medio de este caos, la Sociedad Nacional de Pesca Artesanal del Perú (Sonapescal) ha alzado la voz. Con la firmeza de un capitán enfrentándose a una tormenta, ha exigido al gobierno medidas más contundentes para proteger sus derechos y recursos. La cínica respuesta oficial es propia de cualquier comedia barata: mientras los dirigentes gremiales claman por ayuda, el gobierno indiferente afirma que “no hay evidencia”. ¿Acaso se está esperando una carta formal de los barcos chinos pidiendo disculpas por su comportamiento?
LA IRONÍA ES AÚN MÁS PALPABLE CUANDO ESCUCHAMOS AL VICEMINISTRO DE PESCA Y ACUICULTURA UTILIZANDO LA CORRIENTE DEL NIÑO como responsable del desabastecimiento. Claro, porque todos sabemos que el clima tiene una agenda secreta contra la pota peruana. Quizás deberíamos organizar una cumbre climática donde el sol y la lluvia puedan disculparse con los pescadores por sus travesuras. Los pescadores no son tontos; saben que su supervivencia depende no solo de las condiciones del mar sino también de la regulación efectiva por parte del gobierno. Sin embargo, parece que las autoridades prefieren mirar hacia otro lado mientras las embarcaciones chinas siguen depredando en pleno invierno peruano. Es casi como si estuvieran en una competencia para ver quién puede ignorar más las realidades del sector pesquero.
Y aquí es donde se hace urgente un análisis y denuncia públicos: ¿acaso estamos ante una nueva forma de colonialismo? En un giro grotesco, en relación con estos hechos, la Marina de Guerra del Perú -que se precia de defender lo que pomposamente llama “el mar de Grau”- se ha convertido en un taller de reparaciones para embarcaciones chinas, que no solo buscan mantenimiento, sino que también aprovechan la oportunidad para seguir depredando la pota en aguas peruanas. Mientras los pescadores artesanales luchan por sobrevivir en un mar cada vez más vacío, estas naves entran a los puertos nacionales como si fueran turistas en busca de un buen servicio; pero, en lugar de comprar recuerdos, se llevan lo mejor del océano dejando a los pescadores locales con las manos y los estómagos vacíos. ¡Gran negocio!
¿Quién necesita un sistema de identificación cuando se puede contar con el beneplácito de las autoridades locales? La situación es tan absurda que parece sacada de un improvisado vodevil: barcos que vienen a reparar sus motores, mientras sus tripulaciones se aseguran de que sus redes estén llenas de pota antes de zarpar nuevamente. Las multas impuestas a estas embarcaciones son otro mero gesto inofensivo. Recientemente, un barco chino recibió una sanción de apenas 250 soles por pescar ilegalmente en aguas peruanas. Es como si un delincuente entrara a una tienda y, tras ser atrapado, solo tuviera que pagar el precio de una bolsa de caramelos. Este tipo de penalización no solo es irrisoria; es una invitación abierta a que las flotas pesqueras extranjeras continúen su actividad depredadora sin temer repercusiones significativas. Mientras tanto, los pescadores artesanales ven cómo sus medios de vida se desmoronan ante la competencia desleal y la inacción del gobierno. Como siempre, la pregunta de fondo es ¿a quiénes sirve realmente el Estado peruano?
La falta de regulación efectiva, y la complicidad entre las autoridades y las embarcaciones chinas, es lo que ha llevado a una crisis pesquera sin precedentes en el Perú. Las estadísticas son alarmantes: se estima que la pesca ilegal ha costado al Perú hasta 300 millones de dólares anuales. Sin embargo, el gobierno parece más interesado en facilitar el ingreso de estos barcos que en proteger los recursos marinos nacionales. Es impostergable replantear quiénes son realmente los guardianes del mar y quiénes son los verdaderos piratas en esta historia. Así como, también, queda claro quiénes son los que operan de celestinas en esta impune trama delincuencial, ante el silencio sepulcral de los representantes políticos de la Marina de Guerra del Perú en el Congreso, quienes suelen discursear de su patriotismo en circunstancias tan retóricas como ridículas.
La crisis actual pone de manifiesto no solo la vulnerabilidad del sector pesquero sino, a la vez, la falta de voluntad política para abordar problemas sistémicos. El gobierno debe entender que ignorar la pesca ilegal no hará desaparecer el conflicto; al contrario, lo agravará. Si no se toman medidas urgentes para regular la actividad pesquera extranjera y proteger los recursos locales, pronto nos encontraremos hablando sobre la pota como si fuera una leyenda urbana: “¿Recuerdas cuando había pota en Perú?”. Pero la verdadera solución radica en una gestión pesquera responsable y regulaciones efectivas que protejan tanto los recursos marinos como a quienes dependen de ellos.
NO ESTÁ DEMÁS AGREGAR QUE ESTE PROBLEMA AFECTA A OTROS PAÍSES DE LA REGIÓN, CONVIRTIÉNDOLO EN UN ASUNTO DE INTERÉS CONTINENTAL; ya que, como bien remarca el analista español Andrés González, “La presión sobre las tierras cultivables chinas, sus tradicionales caladeros y el volumen de su población favorecen una inclinación a la sobreexplotación de recursos pesqueros en aguas distantes, especialmente en alta mar. Los recursos biológicos marinos se consideran la mayor reserva de proteínas del mundo, por lo tanto, poseer y dominar el océano significa garantizar la soberanía alimentaria china […]. Los países iberoamericanos deben proteger y defender sus recursos de una sobreexplotación, en muchos casos ilegal. Sin duda, la agresión de grandes buques factoría contra los intereses y la soberanía de Perú, Ecuador, Chile y Argentina es un problema con una dimensión nacional” [https://ceeep.mil.pe/.../la-gran-armada-pesquera-china.../].
En conclusión, nuevamente nos hallamos ante un horizonte ecológico con grave trasfondo humanitario, económico y político, y que es otro símbolo no solo de la afectación negativa contra la conocida riqueza natural del Perú sino, además, de las seculares batallas sociales en el país. Solo con un Estado al servicio de las necesidades mayoritarias se podrá lograr justicia, equidad y una economía democráticamente responsable respecto de los múltiples recursos que posee, en diversos ámbitos, el país. Es decir, se trata de una historia colectiva que hace mucho tiempo necesita romper las cadenas de explotación que favorecen a los grupos de poder y sus representantes, en cada gobierno de turno, para empezar a transitar el camino de una patria emancipada donde las riquezas se distribuyan y utilicen en beneficio del pueblo y las clases trabajadoras.
[*] Perú.Comuna colectivo de creación & crítica
Octubre 2024
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